Durante toda su historia, el ser humano ha experimentado una gran cantidad de cambios tanto físicos y mentales, como en su organización y la forma de desarrollarse, una de las transformaciones más profundas por las que la humanidad atravesó tuvo lugar entre los siglos XVIII y XIX, con la llegada de la Revolución Industrial.
La Revolución Industrial fue un conjunto de procesos en los que coincidieron una gran cantidad de avances tecnológicos, con la creación de maquinaria y sistemas de producción que facilitaron la conversión de materias primas (obtenidas de recursos naturales), en bienes materiales y alimentarios, con el fin de que se satisficiera la creciente demanda comercial de la sociedad de la época.
Todo esto tuvo múltiples consecuencias, como el replanteamiento de la organización social, ya que anteriormente la actividad económica más importante era la agricultura, pero ésta pasó a segundo plano ante la apertura de fábricas, por lo que una gran cantidad de personas comenzaron a emigrar a las zonas industrializadas para dedicarse a la manufactura. Asimismo, se dio un crecimiento económico acelerado, principalmente en los países europeos.
Todos estos cambios trajeron consigo la necesidad de crear materiales para uso industrial, como los tanques de plástico, pues el indiscriminado crecimiento demográfico, junto con la optimización de los sistemas de fabricación y la consiguiente creación de la producción en cadena —perfeccionada por el empresario automotriz, Henry Ford—, dieron como resultado una muy alta demanda de los bienes materiales.
Con una industria dividida en diversas ramas, así como la tecnificación de los procesos, se comenzó a necesitar cada vez más materias primas, las cuales tenían que estar disponibles en todo momento, pues de terminarse, retrasarían los horarios de producción y por lo tanto, reducirían las ganancias de las empresas, ya que éstas se tenían que mantener a la altura de sus competidoras.
De ahí nació la necesidad de almacenar las sustancias que eran utilizadas en los procesos de producción, las cuales se tenían que mantener dentro de las mismas fábricas en perfectas condiciones para su uso continuo, de tal manera que se conservaran elevados estándares de calidad en toda la mercancía terminada.
Para atender a estas necesidades de manera óptima, se crearon los tanques de almacenamiento, es decir, grandes recipientes (por lo general cilíndricos), que fueran capaces de albergar en su interior tanto líquidos como cualquier tipo de sustancia, con el fin de mantenerlos en buenas condiciones, alejándolos de agentes bacteriológicos, así como de elementos de la naturaleza como el polvo, viento, la lluvia, los cambios abruptos del clima o las otras materias primas.
A lo largo del siglo XX se crearon tanques industriales de diversos materiales, desde el acero inoxidable o el aluminio, hasta el asbesto, un compuesto en el que posteriormente se descubrieron propiedades cancerígenas. Sin embargo, un elemento que ha demostrado tener una serie de ventajas sobre los demás, es el plástico reforzado con fibra de vidrio.
Poco a poco se fueron reemplazando los recipientes de metal o asbesto por tanques de plástico, ya que éstos últimos tienen una mayor larga vida útil, pues son mucho más resistentes ante las caídas o golpes, además de que se ha demostrado que pueden funcionar de manera óptima durante más de cincuenta años.
Además de su durabilidad, el plástico reforzado con fibra de vidrio o FRP (por sus siglas en inglés: fiberglass reinforced plastic), tiene propiedades aislantes, es decir, soporta altas temperaturas y por lo tanto, retrasa la propagación del fuego en caso de un incendio, aunado al hecho de que se trata de un compuesto dieléctrico, por lo que también se utiliza para los instrumentos de trabajo dentro de la industria eléctrica.
Existen diversos tipos de tanques fabricados en plástico, según las sustancias que se requieren almacenar, así como las necesidades de cada empresa, algunos de ellos son los de almacenamiento (para resguardar desde agua, hasta productos químicos que pueden provocar corrosión).
Los de reacción (que intervienen en los procesos de tratamiento de agua, la combinación de diversas sustancias o para reacciones químicas), de línea comercial (para retener cualquier tipo de fluido) y cilíndricos horizontales (utilizados en espacios de altura reducida, también son ideales para el transporte de líquidos en camiones), entre otros.
El plástico reforzado con fibra de vidrio se ha posicionado en la actualidad como el material que mejor atiende las necesidades de almacenamiento en cualquier rama de la industria, es por eso que en Plaremesa es el material que utilizamos como base para la fabricación de todos nuestros productos, ya sean los tanques de plástico, rejillas de piso o tuberías.
En Plaremesa diseñamos y fabricamos tanques de almacenamiento de plástico reforzado con fibra de vidrio, porque nos interesa resolver las necesidades de las fábricas con productos que cumplan con los más altos estándares de calidad a nivel internacional. Seguimos al pie de la letra las recomendaciones de construcción de entidades certificadas mundiales.
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